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PROYECTORAYUELA

De August Rodin y Rainer Maria Rilke

De  August Rodin y Rainer Maria Rilke

CARTAS DE RILKE A RODIN

August Rodin (1840-1917) Escultor

Rainer Maria Rilke (1875-1926) Poeta


Este manojo de cartas que ofrecemos es uon admirable documento intelectual y humano. Muestra no sólo el encuentro y acercamiento de dos artistas de excepción, sino que revela también el significado de ese momento luminoso de dos vidas atormentadas por idéntico e insaciable amor por la belleza, la búsqueda fervorosa de medio de expresión cada vez más depurados y esenciales.
El deslumbamiento, que no es otra la palabra necesaria para expresar el impacto que produjo en Rilke el reconocimiento de las dotes del escultor genial, queda evidenciado por la vehemencia que lo expresa en sus cartas.
Cuando, Rilke, analiza la actitud de Rodin al respecto escribe : " A las cosas sometidas al tiempo las tomó tratando de adaptarlas al mundo menos amenazado, más pacífico, más eterno, del espacio puro.Se ha metido en su ruta, humildemente, como un siervo. Y ha creado una Tierra, mil Tierras. Y toda Tierra viva irradia un cielo a su alrededor; y expande noches de estrellas en la eternidad...".

Nota de la redacción:
He aquí una de las cartas de Rilke a Roden, la que particularmente más me llega (Resaltado en negrita) por tener similitud con la admiración y profundo respeto y cariño que siento por un ser maravilloso que guió mis pasos en el mundo literario y espero siga haciéndolo. A él: Gracias!.

                                                                                              TRESEBURG AM HARZ
                                                                                               Julio 21 de 1905

   Gracias, mi muy querido maestro, gracias de todo corazón. Qué dulce es este sostén, qué reconfortante. Mi alma se abre a sus palabras para que puedan germinar en mí. Siempre pienso en Ud. Usted lo sabe.
   He enviado su carta bondadosa a mi mujer, para que también ella sea feliz. Trabaja en Worpswede con un modelo que ha hecho ir desde Berlin. Pero todavía no está contenta con su trabajo (tampoco lo estoy yo del mío); no obstante cree que progresa.
   Posiblemente podré llevarle algo de ela, pues en el mes de septiembre iré a París, por diez días, conducido por la necesidad de verlo y respirar el aire sublime y el viento creador que llega de las montañas de su Obra.
   La señora Eysoldt, la actriz que usted aceptó en su casa con tanta bondad, me escribió diciéndome que ha pasado toda su vida admirando ese mundo infinito que es el suyo. Bien lo sé yo.
   Sea usted bendecido, mi querido maestro, por todos aquellos a quienes no sólo da la dicha, sino la fuerza, la soledad y el deseo de vivir una vida más concentada y llena de trabajo.
   Lo quiero con todo mi corazón.
                         Suyo

                                                                                                  Rainer María Rilke

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