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PROYECTORAYUELA

VENUS

VENUS

En la tranquila noche mis nostalgias amargas sufría.

En busca de quietud bajé al callado y fresco jardín.

En el obscuro cielo Venus temblando lucía,

como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

 

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,

que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,

o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,

triunfante y luminosa, recostada sobre un palanquín.

 

"¡Oh, reina rubia! -díjele-, mi alma quiere dejar su crisálida

y volar hacia tí, y tus labios de fuego besar;

y flotar en el nimbo que derrama en tu frente luz pálida,

y en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar".

El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.

Venus, desde el abismo, me miraba con triste mirar.

 

Rubén Darío, Nicaragua (1867-1916)

 

 

 

 

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