Carmides o de la Templanza
CARMIDES O DE LA TEMPLANZA PLATÓN
Por Esteban del Río
Son famosas las discusiones de Sócrates con sus alumnos para llevarlos al conocimiento. Para ello se valía de la mayéutica. Ella no era más que el método mediante el cual, por medio de preguntas orientadas, se llevaba al discípulo al descubrimiento de la verdad. En esta ocasión se trata de descubrir qué es en realidad la sabiduría. Ante la pregunta de Sócrates, en una primera instancia CARMIDES la define como el obrar con mesura. Ante esta definición, el filósofo de Atenas responde que si la sabiduría es algo bello también lo son la agilidad y la velocidad en el obrar. De donde se desprende que la sabiduría no puede radicar sólo en la mesura o prudencia. Carmides intenta otra definición argumentando que la sabiduría es pudor. Sócrates replica que el pudor puede ser tanto bueno como malo y la sabiduría es esencialmente buena. Luego, el alumno se replantea aseverando que, entonces, la sabiduría consiste en hacer lo que nos corresponde. Sócrates encamina la definición del muchacho hasta que lo lleva a afirmar que la sabiduría es la práctica del bien y de allí, a opinar que la sabiduría es el conocimiento de sí mismo. En este punto interviene Critias –quien de aquí en adelante se convierte en el interlocutor de Sócrates– expresando que la sabiduría es una ciencia; mas el filósofo lo va encauzando hasta hacerlo caer en el absurdo de decir que es ciencia de sí misma y de las demás; ciencia de lo que se sabe y no se sabe. Y ante esto, Sócrates no encuentra la utilidad de la sabiduría tal como la define Critias. Considera, pues, el filósofo que a pesar de todo lo discutido no han llegado a la verdad. Termina aconsejando a Carmides que examine cuidadosamente si posee la sabiduría para que no tenga necesidad de palabras mágicas o bellos discursos para curar el cuerpo y el alma.
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