BALADA DEL FINAL DE LA NIÑEZ
El vuelo de coloridas cometas
que revolotearon en el cielo
era como el columpio de las fiestas
donde se balanceaban los sueños;
tal como las carreras con mi perro
fueron la mejor preparación física
para enfrentar todos esos esfuerzos
que pediría la exigente vida.
Qué decir del juego con las canicas
cuando calculábamos con certeza
el golpe con el que se hicieran trizas
o las llevara al hoyo que era meta
donde con todas y cada una de ellas
quedaba el más hábil competidor
dejando en los demás cierta tristeza
y aquél muy bien escondido dolor.
Con las niñas saltábamos el lazo
impulsado en vertiginosas vueltas
que iban formando amplísimos arcos
hasta que alguna pisada en la cuerda
parara el giro en súbita manera;
entonces, íbamos a la golosa
trazada en el piso en forma ligera
para llegar al cielo en pata-sola.
Con todos los juegos mucho aprendimos,
aunque sólo de algunos me acuerdo,
fue con la ayuda de todos ellos
como mujeres y hombres nos hicimos.
(Imagen tomada de flickr)
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