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R. GÛIRALDES: entre la civilización y la barbarie

R. GÛIRALDES: entre la civilización y la barbarie

 

Buenos Aires, 13 de febrero de 1886-París, 8 de octubre de 1927

En las afueras del pueblo, a unas diez cuadras de la plaza céntrica, el puente viejo tiende su arco sobre el río, uniendo las quintas al campo tranquilo. Aquel día, como de costumbre, había yo venido a esconderme...

Es muy probable que muchos recordemos e, incluso, “evoquemos” estas líneas iniciales de aquella novela de juventud, “Don Segundo sombra”, que nos llevó por los caminos de los pagos, los reseros, las quintas y la pampa. La escribió un hombre, Ricardo Gûiraldes, aprendiz de abogado y arquitecto, viajero infatigable a Europa y quien, después de muchas vueltas, decidió sacar a la luz su obra y novelas.

El nombre de Gûiraldes está ligado a personajes como Horacio Quiroga y Jorge Luis Borges que se dieron a conocer en prestigiosas revistas de la época: Proa, Martín Fierro y Prisma. Ellos constituyeon en su momento la vanguardia de la literatura argentina. Esa vanguardia inscrita en movimientos como el creacionismo y el ultraísmo y que tuvieron quizás uno de sus máximos exponente en el chileno Vicente Huidobro. Precisamente, “El cencerro de cristal” -primer libro de poemas de Gûirldes- está bastante vinculado a las ideas renovadoras del bardo chileno. De modo que puede afirmarse que la obra lírica de Ricardo Güiraldes constituye el principal eslabón entre el modernismo y el vanguardismo de la década de 1920, en Argentina.

En su novela, "Don Segundo Sombra", Güiraldes nos entrega las esencias de esa idea que es don Segundo y en la que buscó proyectar el alma criolla argentina. Pese al realismo de las descripciones y a la espontaneidad de los diálogos, "Don Segundo Sombra" es el resultado de un estilista que emplea brillantes imágenes, manifestaciones de su gusto por el arte. En lo que hace relación al nacionalismo, las explicaciones nacen de interpretación inmediatas del texto. Valga decir, la idea del retorno a la tierra viene acompañada de una exaltación que se tiende a definir como argentina y tomándola como eje, el argentinismo. Gira en torno a lo argentino. Para algunos se trata de una propuesta a una juventud contemporánea, desorientada e inquieta, más que novela de los gauchos extinguidos.
Para otros, representa una vuelta salvadora al criollismo.

En medio de los debates con Faustino Sarmiento y sus argumentos de “civilización y barbarie” , podemos afirmar que Gûiraldes y su obra deciden quedarse en la “barbarie” entendida esta como la afirmación de lo autóctono, de lo criollo. Con ello el autor de “Rosaura” y “cuentos de muerte y sangre” no hace más que reafirmar la esencia de la novela y la literatura latinoamericanas y, así mismo, da paso a lo que será una de las grandes corriente de nuestra literatura. Aquella que le permite posicionarse dentro del escenario de la literatura universal

A pesa de ser él mismo un visitante frecuente de los círculos literarios europeos de su época, Ricardo Gûiraldes es uno de los abanderados de una literatura que encontró sus autónomas fuentes y estilos de expresión en sus gauchos, sus indios, sus palenqueros y sus campesinos. Literatura asociada a nombres tan formidables como Miguel Ángel Asturias, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Gabriel García Marquez para nobrar sólo los ganadores del Premio Nobel, aunque ellos no son sino las figuras más visibles de una gigantesca antología de obras y nombres como los de Ciro Alegría, Jorge Icaza, Horacio Quiroga, Jorge Zalamea, Miguel Hernández, Eduardo Caballero Calderón, Julio Cortázar y el inefable Jorge Luis Borges, para citar sólo algunos de los autores que han hecho de latinoamérica un sueño, una realidad y un objetivo literario.

(Imagen  tomada de Flickr)


 

 

 

 

2 comentarios

Gris -

Gracias Jorge, por dedicarme este escrito, cumplimos años Rayuela dos añitos y yo unos cuantos masss...pero no se dicen jajaj...Sos todo un caballero, gracias amigo de mi alma.

Jorge Gómez A. -

Como adelanto de su cumpleaños, este artículo lo dedicamos a nuestra muy agentina y recordada amiga, Griselda N. Zabala.
También aprovechamos para qgradecerle el que nos haya permitido conocer y degustar ese hermoso poema de Sabina sobre la también argentinísima Mercedes Sosa.